A continuación se muestran algunas de las funciones que debe poner en marcha quien quiera ser líder un equipo y hacerlo de manera eficiente.
Liderar un equipo supone:
- Orientar, guíar a las personas y devolver la responsabilidad.
- Preocuparse por el bienestar de las personas que tiene a su cargo.
- Aliarse con sus jugadores (empleados, etc.) ante las dificultades y problemas.
- Adecuar su estilo de liderazgo a las distintas personas.
- Ser autocrítico y delegar las tareas en otros profesionales que estén más preparados.
- Fomentar el trabajo en equipo, favorecer el buen ambiente y la comunicación.
- Atrevese a marcar retos personales y de equipo.
- Mostrar una actitud de aprendizaje constante y de flexibilidad es sus esquemas mentales.
- Persuadir a las personas que tiene a su cargo y ayudar en la consecución de sus objetivos (tanto a nivel individual como de equipo).
- Saber adaptarse a los cambios, ser empático y gozar de una saludable inteligencia emocional.
- Dominar las habilidades de negociación y toma de decisiones.
- Ser honesto, exigente, claro y fiable.
- Saber motivar, persuadir, impulsar y animar.
Tú, como líder de tu equipo, tienes el arte de gestionar voluntades, tienes la capacidad de agitar situaciones, ideas, sueños, hasta el punto de producir, en tus deportistas, un sentimiento de necesidad por conseguirlos. Tienes influencia para ayudar a gestionar los sueños de tus jugadores, sus expectativas, de contagiarles vitalidad (de tu vitalidad), de que “ardan la vida con ganas y de encenderles” como apunta Eduardo Galeano en el cuento «El mundo» de «El libro de los abrazos».
Cuenta Galeano que un amigo suyo daba una conferencia en una universidad norteamericana. Cuando terminó su exposición un alumno le preguntó qué era la utopía. Se lo explicó con una metáfora “La utopía es como el horizonte, uno se acerca diez metros y el horizonte se aleja diez metros; avanzamos otros cien metros y el horizonte se aleja otros cien metros; volvemos a caminar mil metros y el horizonte siempre está a la misma distancia…” Uno de los alumnos le dijo: “Pero, entonces la utopía no sirve para nada”. Y cerró la metáfora diciendo: “¿Cómo que no? ¡¡¡Sirve para caminar!!!”.
Se puede ser utópico y soñador, sin caer en la ingenuidad, marcándote avances, metas, objetivos, retos… y contagiar a tus jugadores de la necesidad de esforzarse por alcanzar su propia utopía. Para ello, es muy importante que tú, como su líder, conozcas la meta (el sueño) de cada uno de ellos.
Por qué será que es todo lo contrario a lo que se suele encontrar uno en las empresas…