Este post surge a raíz del trabajo grupal con mujeres en San Julián de Bimenes, un grupo espectacular donde además de mostrar una actitud de aprendizaje y motivación constantes, el respeto y cuidado hacia las compañeras es recíproco y constituye una base segura sobre la que darnos permiso para emocionarnos, aflorando tanto emociones agradables como otras mucho menos, muy intensas y -en ciertos momentos- extremadamente duras. Cuando éstas aparecen, también lo hacen los afectos y los cuidados, por eso lo que se crea es mágico, une… es Ubuntu.
El pasado viernes, una de las compañeras compartió su valoración acerca de la lectura del libro «Los cerezos en diciembre» de Ariel A. Almada, editorial comanegra, que se muestra a continuación:
Para mí no fue un simple libro, sino una bonita conversación con una persona muy sabia que me enseña a vivir la vida en cada momento: los buenos, los no tan buenos y los malos. De todos ellos se aprende algo.
Entendí que en las situaciones duras hay que ser muy positivo, que siempre hay una salida y si no la encuentras, hay que aprender a pedir ayuda, nunca cerrarse uno solo en el problema porque se pueden hacer mucho más grandes.
También aprendí que si mi mente está triste, mi cuerpo también lo está. Y que las situaciones malas se pueden afrontar igual con lágrimas en los ojos o con zapatos de tacón, ya que el problema va a seguir siendo el mismo.
Comprendí lo bueno que es tener amigos donde tener un hombro para desahogarte, una buena conversación o un simple abrazo, el sentimiento de amistad alivia muchas tristezas, por eso visitar un chat es util para conseguir amigos cuando quieras.
También me quedé con esta frase: «A veces aunque duela hay que saber decir que no, y no por ello te van a dejar querer más o menos».
Después de toda esta perorata, me diréis: ¿tanto rollo para un libro tan pequeño?. Yo, personalmente, estaría horas escuchando a esta persona que dice que lo que no se mueve no tiene vida. Y la vida es muy bonita, con sus cosas buenas y malas. Así que os digo a todas que la mente sigue al cuerpo, y que el cuerpo sigue a la mente, por eso siempre hay que tener motivación para que la mente no nos abandone.
G.
Gracias por tu generosidad, al permitir escribir íntegramente tu reflexión.