Parece que la felicidad es un estado emocional que tratamos de conseguir constantemente. Queremos ser felices en todo momento, a todas horas, lo máximo posible. Pensamos en ello, sobre todo, en esos momentos en los que nos sentimos más tristes y cuando necesitamos más dosis de alegría.
- Cuando estás en un buen momento, ¿reflexionas sobre lo que te hace feliz?
- ¿Piensas — en los momentos más amargos — cuándo fue la última vez que te sentiste a gusto?
- En esos momentos agradables, ¿qué cosas hiciste para lograrlo? ¿Qué cosas hicieron las personas importantes de mi vida ? ¿Quién fue la última persona que te hizo reír? ¿Qué música te relaja?
Existen infinitas preguntas relacionada con este tema, responderlas todas es complicado y más en este espacio. Pero para intentar acercarnos un poco más a su posible solución, a continuación, se apuntan algunas claves útiles — al menos — para la reflexión.
El miedo
El miedo te paraliza, te asusta, te coacciona. Aún así has de tener en cuenta, que ciertos niveles de miedo, son beneficiosos, adaptativos, te permiten estar alerta de posibles peligros. Debes calibrar cuánta cantidad de miedo es la justa para vivir, sin supeditar tu bienestar a la sensación de miedo.
Excepciones
En la búsqueda de las excepciones, puedes entrenarte para diferenciar los detalles del conjunto y visualizarlos. Hacer este ejercicio habitualmente puede ser una ardua tarea al principio, que como todas, en el momento en que la automatices, te permitirá disfrutar más de las cosas.
Por ejemplo, aprender a manejar un coche es muy complicado al comienzo, ¡¡¡cómo voy a ser yo capaz de mover un pie, y luego otro, y la palanca de cambios, y mirar por los espejos retrovisores, y encima estar pendiente de los peatones y del resto de coches!!! Con la práctica se convierte en un automatismo que, a algunas personas, incluso relaja, o les permite disfrutar de una buena música absortas en el paisaje, olvidando el sinfín de movimientos coordinados que se están poniendo en marcha en cada segundo.
La importancia de los otros
Otra clave de la felicidad es tener a otra persona con quien compartir conocimientos, expectativas, problemas, mimos. La imprescindible presencia de los otros en uno, y de uno en los otros. Yo no soy sin ti (vosotros), y vosotros (tú) no sois sin mí. Somos seres interconectados e interpersonales. Son necesarios incluso tus enemigos porque también de ellos puedes aprender.
El aprendizaje
A lo largo de los puntos anteriores, se ha hecho especial hincapié en el proceso de aprendizaje. Es fundamental para apreciar lo que tienes y para ser consciente de tu capacidad de maniobra y de la posibilidad de cambio. Puedes aprender un sinfín de reglas de juego, y usar aquella que más beneficios te aporte en cada partida. Y puedes cambiar la estrategia si resulta demasiado costoso seguir con ella. Eduard Punset, en su libro «El viaje a la felicidad, las nuevas claves científicas», apunta:
Si en un contexto de juego se alerta a los jugadores de que alguien va a hacer trampa, todos harán trampa sin tener mala conciencia. Es decir, una persona entrenada para pensar que la gente es oportunista y egoísta tenderá a comportarse de la misma manera
Juegas a lo que mejor te han entrenado, pero tienes que estar dispuesto a cambiar las técnicas de juego si te perjudica. Además, en función de la estrategia que utilices, verás la partida con unas gafas de ver distintas, que determinarán el significado de lo que percibes.
Expectativas
Y finalmente, aludiendo de nuevo a Punset, conviene apuntar la importancia de la expectativa como condimento para la felicidad. Como señala en el libro antes citado, la felicidad está escondida en la sala de espera de la felicidad
. Afirmación que recuerda al poema de Konstantinos Kavafis «Itaca».